El Arte de Elegir: Qué consideran los estudiantes para su futuro académico: Factores clave en la elección de Maestrías y Universidades

Gracias a las tecnologías, al acceso a la información, a las infinitas fuentes para contrastar noticias falsas y a una mayor conectividad global a internet, la educación superior está en constante evolución, lo que vale la pena comprender, vigilar y aprovechar. Ecuador ha incrementado en el siglo XXI su oferta de posgrados, no solo como una variante de programas académicos, sino también como modalidades de estudio mejoradas tras las transformaciones informáticas, aceleradas por la pandemia.
Surgen, sin embargo, interrogantes que exigen respuestas precisas, actualizadas y localizadas conforme al escenario universitario de cada país. Es en este contexto que el estudio denominado “El arte de elegir: Qué consideran los estudiantes para su futuro académico” retrata la situación en ecuatoriana. Aunque aplicaciones y programas como Zoom, Google Meet o Microsoft Teams conectan a universidades internacionales con estudiantes ecuauniversidades nacionales sobre las extranjeras. Además, la
universidad pública goza de mayor predilección entre los estudiantes que buscan fortalecer su campo profesional con un posgrado. Estos son algunos de los datos revelados en el estudio liderado por Wilson Nieto Aguilar, que sirve como línea base para que las Instituciones de Educación Superior del país puedan interpretar el mercado de maestrías en Ecuador.
Esta investigación también aborda el rol trascendental de las becas para incentivar la educación y el papel prioritario que tienen las tarjetas de crédito como principal alternativa para financiar un programa de posgrado. Si consideramos que el factor financiero constituye la columna vertebral de cualquier empresa o emprendimiento, este no es menos fundamental al momento de escoger un programa de posgrado, lo que se traduce en la selección de la modalidad, la duración, la ciudad donde se encuentra el centro de estudios e incluso la moneda en la que se realiza el pago.
Optar por una maestría responde a los legítimos intereses de los profesionales de perfeccionar sus habilidades, fortalecer sus competencias y alimentar sus aspiraciones de ascender en el ámbito institucional o empresarial.
Sin embargo, hay elementos del entorno que solo pueden inferirse mediante un trabajo de investigación riguroso, que se inserta en las entrañas de la realidad nacional. Por un lado, los indicadores nacionales de desempleo que han afectado a Ecuador en los últimos años han erosionado el estímulo de cursar una maestría, al considerarla prescindible al momento de ejercer un cargo. La volatilidad del mercado laboral también desalienta la especialización a largo plazo. Igualmente existe un segmento de la
población que encuentra en los estudios de posgrado una alternativa a la desocupación, empleando los meses improductivos para fortalecer su hoja de vida y mejorar sus perspectivas de inserción en el campo profesional.
Por lo tanto, las Instituciones de Educación Superior deben estar preparadas para responder a las diversas demandas de estos públicos heterogéneos y dispersos, que prefieren cursar un programa de maestría en línea o semipresencial, a diferencia de una modalidad presencial, que ha perdido adherentes entre los jóvenes nativos digitales, como revela este estudio. Quienes cursamos programas de maestría intensivos, asistiendo diariamente al centro de estudios por más de dos años, nos consideramos “piezas de museo” ante un nuevo público dispuesto a invertir solo sus fines de semana durante un año para obtener su título, con el propósito de ser competitivos en un entorno laboral más plural, pero con menor demanda de mano de obra.
Cierto esnobismo académico ha mirado con displicencia esta transformación, escepticismo comprensible pero injustificado ante un avance irreversible en el proceso de enseñanza-aprendizaje. La ilustración peripatética del maestro enseñando al alumno ha caducado ante un aprendiz que tiene todas las herramientas necesarias para acceder al conocimiento que busca. Nada que alguien no quiera aprender le puede ser enseñado; y si ese alguien quiere aprender, lo hará superando todas las dificultades y
obstáculos.
Otra oportunidad radica en las nuevas maestrías tecnológicas, incentivadas por los órganos rectores de la Educación Superior en Ecuador en los últimos años. Estas han luchado por superar la apatía de quienes las consideran menos rigurosas o insustanciales para el desarrollo nacional, sin tener en cuenta que el principio básico de la educación radica en la superación personal y el deseo de aprender más y mejor sobre un oficio. Los diplomados son aportes significativos dentro de la formación continua, pero las maestrías son una aspiración de cuarto nivel a la que muchos más ecuatorianos han podido acceder en los
últimos años y otros tantos aspiran a lograr. El vehículo de la educación superior debe tener como combustible transversal
las ganas de no dejar de estudiar, la vocación de seguir siempre aprendiendo. Mejor aún si existe una recompensa social, un título del cual sentir orgullo y fomentar el amor propio.
Más allá de los rankings universitarios, sujetos a diversos criterios como la investigación y la producción académica, así como otros factores más triviales, pero lamentablemente importantes en la realidad local, como las afinidades políticas o el lobby, también existe una percepción entre los jóvenes basada en el prestigio, el boca a boca, la tradición e incluso el legado familiar. Este estudio, liderado por Wilson Nieto Aguilar, aborda precisamente estas cuestiones al responder la pregunta de cuál es la
mejor universidad, pública o privada, en la que los aspirantes confían para emprender sus estudios de posgrado.
Este trabajo, promovido por un devoto de la educación superior como el profesor Wilson Nieto Aguilar, experto en estudios de mercado, proporciona una perspectiva amplia del ámbito de los posgrados en el país. Como docente de maestrías en prestigiosas instituciones de educación superior como la Universidad UTE, la Universidad Central del Ecuador y la Universidad Israel, Nieto nos
brinda una visión profunda que debe comprometer aún más a la educación superior, alentando la demanda y oferta de posgrados y permitiendo a universidades y estudiantes compaginar mejor en el objetivo de tener un país con mayor formación, rigor en la investigación y una prospectiva de progreso, siempre basado en la educación, pues las sociedades desarrolladas no han conocido otro camino.