Anestesiología y Unidad de Cuidados Intensivos

Autores/as

Evelyn Esthe Vera Rodriguez
Investigadora Independiente
https://orcid.org/0000-0001-9518-7012
Olga Beatriz Farías Cevallos
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil - Ministerio de Salud Pública
https://orcid.org/0000-0002-2864-5973
Paola Andrea Betancourth Luzón
Hospital General Marco Vinicio Iza
https://orcid.org/0000-0003-3751-7911
Katherine Silvana Granda Pozo
Investigadora Independiente
https://orcid.org/0000-0002-3222-5365
Marcos Geovanny Moreira Moreira
Hospital Dr. Gustavo Domínguez Zambrano
https://orcid.org/0000-0002-3318-0584
Licet Viviana Moreira Moreira
Hospital Dr. Rafael Rodríguez Zambrano
https://orcid.org/0000-0003-1945-7812
Joice Maylin Sánchez Franco
Investigadora Independiente
https://orcid.org/0000-0002-5872-6379
Stalin Fabricio Sangoquiza Amagua
Investigador Independiente
https://orcid.org/0000-0001-6548-6142
María Carmen Bello Castillo
Docente EPULEAM
https://orcid.org/0000-0002-9675-141X
Marjorie Margarita Mejía Macías
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil - Ministerio de Salud Pública
https://orcid.org/0000-0001-5909-4089
Arlette Camila Quito Esteves
Investigadora Independiente
https://orcid.org/0000-0002-7673-0240

Palabras clave:

Ciencias médicas, Anestesiología, Cuidados Críticos, Atención médica

Sinopsis

El dolor, desde tiempos inmemoriales, ha constituido una fuente de preocupaciones para la especie humana. Sistemas enteros de filosofía y ética, así como creencias religiosas y espirituales en general, han girado en torno a esta experiencia, tal vez de las más humanas que existen. Evitar el dolor o, por lo menos, reducirlo cuando se produce, aplacar su ataque o sobrellevarlo de la mejor manera, ha sido motivo de muchas búsquedas del pensamiento, experimentaciones y prácticas desde hace miles de años en la historia de la Humanidad. Podría decirse que la experiencia del dolor, la actitud hacia él y la indagación e invención de prácticas y técnicas que lo aplaquen, así como de sustancias de las más diversas presentaciones y procedencias con el mismo fin, ha acompañado a todas las civilizaciones, desde las más antiguas, como la china, con las prácticas de la acupuntura, la india o la babilónica, cuyo Código Hammurabi da cuenta de una de las más antiguas sistematizaciones de técnicas analgésicas, sin obviar las culturas precolombinas y las más remotas en Asia y todos los demás continentes. Incluso algunos historiadores han especulado si el líquido que se le dio de beber a Jesucristo en la cruz, mediante una esponja, sería un poco de aceite de mariguana o cáñamo, analgésico muy utilizado en aquellos tiempos para calmar el sufrimiento físico.

La misma palaba “anestesia”, procedente del griego antiguo, se encuentra en antiguos textos. Como hemos mencionado, los más remotos códigos refieren técnicas y preparaciones a base de plantas o gases recogidos de lugares especiales o producidos por la cocción o calentamiento controlado. Muchos de estos preparados siguieron usándose hasta bien entrado el siglo XIX y hasta del XX. Al aislar los químicos los principios activos, se descubrieron sustancias que acompañaron nuevas experiencias e innovaciones en las cirugías. La cocaína, extraída a partir de amapola, el aceite de vitriolo (etanol y ácido sulfúrico), el éter, el óxido nitroso (también llamado gas hilarante), el opio, incluso el cáñamo y la mariguana, son antecedentes históricos de los analgésicos y anestesias sintéticas utilizadas hoy en día.

La administración de la anestesia y la anestesiología en general, es una cuestión de médicos, pero también del resto del equipo de salud, donde destacan las enfermeras. De hecho, se registra que la primera enfermera graduada en anestesiología fue Mary A. Ross, en 1923, en el primer curso organizado por la Sociedad Americana de Anestesiología, en la Universidad de Iowa. Por ello, desarrollar el conocimiento anestesiólogo es interés de todos profesionales de la salud que concurren en la atención de los pacientes.

Valga el presente texto como aporte a la formación general en anestesiología, especialmente en ese espacio de los hospitales donde el dolor se presenta con mayores evidencias: las Unidades de Cuidados Intensivos.

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Biografía del autor/a

Evelyn Esthe Vera Rodriguez, Investigadora Independiente

Médico; C; Santo Domingo de Los Tsachilas, Ecuador

Olga Beatriz Farías Cevallos, Universidad Católica de Santiago de Guayaquil - Ministerio de Salud Pública

Magíster en Gerencia de Salud para el Desarrollo Local; PG R4 Anestesiología; Médico Cirujano; Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; Ministerio de Salud Pública; Guayaquil, Ecuador

Paola Andrea Betancourth Luzón, Hospital General Marco Vinicio Iza

Médico General; Médico General en Funciones Hospitalarias en el Hospital General Marco Vinicio Iza; Sucumbíos, Ecuador

Katherine Silvana Granda Pozo, Investigadora Independiente

Médico Cirujano; Investigadora Independiente; Manta, Ecuador

Marcos Geovanny Moreira Moreira, Hospital Dr. Gustavo Domínguez Zambrano

Médico Cirujano; Hospital Dr. Gustavo Domínguez Zambrano; Santo Domingo; Ecuador

Licet Viviana Moreira Moreira, Hospital Dr. Rafael Rodríguez Zambrano

Médico Cirujano; Hospital Dr. Rafael Rodríguez Zambrano; Manta, Ecuador

Joice Maylin Sánchez Franco, Investigadora Independiente

Licenciada en Enfermería; Investigadora Independiente; Manta, Ecuador

Stalin Fabricio Sangoquiza Amagua, Investigador Independiente

Médico General; Investigador Independiente; Quito, Ecuador

María Carmen Bello Castillo, Docente EPULEAM

Diplomado en Hemodiálisis; Licenciada en Enfermería; Docente EPULEAM; Manta, Ecuador

Marjorie Margarita Mejía Macías, Universidad Católica de Santiago de Guayaquil - Ministerio de Salud Pública

Magíster en Salud Pública; PG R4 Anestesiología; Médica; Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; Ministerio de Salud Pública; Guayaquil, Ecuador

Arlette Camila Quito Esteves , Investigadora Independiente

Médica; Investigadora Independiente; Guayaquil, Ecuador

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Publicado

octubre 30, 2022

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ISBN-13 (15)

978-9942-622-02-0

doi

10.26820/978-9942-622-02-0